Somos reflejos
    Recogemos pasados en forma de cultura
        Escoger lo que cargamos es actuar con responsabilidad
           La manera como proyectamos, implica cómo nos decidimos reflejar


También, somos reflejos de un lugar
Acá, la Ciudad de México guarda en su paisaje memorias de agua y ciudades superpuestas.
Memorias nubladas, en variedades de versiones históricas, como variedades de transformación.
Una ciudad que más que claridad, me provoca la profunda intriga de cómo es que seguimos parados sobre ella, cómo es que soy parte de ella, y cómo ella es parte de mí.


A veces, pensar arquitectura conviene más que construirla. Sobre todo, siempre conviene construir una arquitectura desde el pensamiento. Y así, las posibilidades de desdoblamiento para esta práctica se vuelven infinitas como también se amplían las posibilidades de exponerlas.



La investigación es una forma de encontrar temas que provoquen relaciones simbólicas y lugares de cuestionamiento. Es desde ahí donde buscamos abrir la arquitectura y profundizar en ella mientras entendemos sus múltiples relevancias.


En cuanto al arte, lo entendemos como la continuación de la investigación hacia una conversación; como una herramienta que permite expandir los límites de representación, pues la arquitectura en sí requiere de la expansión de su propio significado, y por lo tanto de su utilidad.


Así, TANAT observa signos sobre signos, que no indican necesariamente palabras, sino ideas que construyen (y continuamente deconstruyen) tantos imaginarios como aparentes realidades. Es en la extensa ambigüedad de reflejos donde celebro la potencia de la vida. Tanto en la curiosidad de descubrir una realidad siempre inasible, como en la oportunidad imaginativa de crear una capa más.



Diego Rivero Borrell Maass, diciembre de 2023